A la edad de 12 o 13 años, descubro en mi vida un despertar que con intensidad y fuerza cada vez más me acerco al arte. Primero haciendo varias presentaciones para el colegio en diferentes eventos, (comparsas, bailes para el día de la madre, canciones para el día del idioma etc.).

Pareciera que el escenario y yo tuvimos esa fascinante afinidad, la adrenalina que se siente cuando uno esta en frente de un publico, me encantaba, el esfuerzo que se necesita y la energía que el actuar implica comenzó a nutrir el sueño actoral y fue así que tome la decisión de prepararme tomando clases de actuación.

Para ese tiempo vivía en Girardot y allí solo existía una academia donde de actuación algo sabían, se llamaba “academia de actuación Pedro Antonio Caro T.V” (de hecho la academia aun existe) así que sin pensarlo dos veces agilicé matrícula y empecé con mis clases. Como todo trajín de actor el ritmo era agotador, salir del colegio en los horarios de la tarde, ir directo a la academia y allí hasta altas horas de la noche recibir la preparación que con mucho esfuerzo y limitados recursos nuestros maestros nos entregaban, luego el regreso a casa para hacer los deberes del colegio bordeaban la media noche para nuevamente madrugar y seguir con el mismo trajín día tras día, definitivamente “no fue empresa fácil”

Poco a poco, experimentando cosas diferentes y aprendiendo más en clase, el gusto por el teatro y la actuación fue creciendo y haciendo que valiera la pena este sacrificio. Un día cualquiera el director quiso hacer un montaje con algunos de los alumnos de la academia y como espera el boxeador su primera pelea, me escogió para participar en mi primera obra. Su nombre: “El Mujeriego”, siendo este mi primer debut en las tablas frente a un gran publico y jugándome por vez primera el todo por el todo, en un escenario sin cabida a errores, bautizo necesario para el novel aspirante. Este fue el paso que hacía falta para convencerme de que eso, era lo que quería hacer de por vida.

Ya en Bogotá, donde nos trasladamos para culminar los últimos dos años bachillerato, pude estar en el grupo de teatro del colegio y realizar otras dos obras, con tanto ímpetu de búsqueda y experimentación que nos dio para formar con unos compañeros una banda de rock.

Una vez salí del colegio vino una etapa no muy agradable en mi vida, pues tuve que hacer un alto en el camino e ir a prestar el servicio militar. Por un buen tiempo suspendí mis estudios actorales, y al culminar el tiempo reglamentario en el ejército, me matriculé en la Academia Superior de Artes de Bogota (ASAB) en la facultad de artes escénicas (actualmente curso 5 semestre).

Los conocimientos que se adquieren acerca de toda la historia del arte, el estudio de los diferentes géneros dramáticos tales como comedia, tragedia, pieza, etc., conocer y estudiar de cerca a los padres de la actuación, de sus técnicas empleadas para la construcción de personajes, hace que cada día me enamore más y más de mi carrera. Hace poco tuve la oportunidad de trabajar en televisión y conocer ese medio, trabajé en la producción de la familia Cheveroni detrás de cámaras.

Esa es otra faceta nueva que hay que explorar para experimentar todas las sensaciones y las oportunidades que como artista se pueda tener para cultivar el crecimiento profesional y personal. Así mismo dar todo de mi para contribuir a que tanto el teatro, la televisión y si algún día se puede hacer, por que no, el cine, sigan en un crecimiento continuo y llevarlos a niveles superiores a los que ahora se encuentran.