Para quienes creían que los cuentos de hadas no existían, llega «Vecinos», una historia encantadora con príncipe azul, bruja perversa y seductores villanos encubiertos. No faltará el castillo, los secuaces y las hechiceras de los enamorados en los que Róbinson Díaz, Flora Martínez, Luís Mesa, Sara Corrales, Fernando Solórzano, Patricia Polanco, Kenny Delgado y muchos más, tejerán los hilos del amor y el desamor. Con libretos de Ana Fernanda Martínez, Carlos Fernández de Soto y Andrea López y la dirección de Germán Porras y Anselmo Calvo «Vecinos» llega al las noches del prime time con mucha música. El tema musical de entrada, «Soy el que baila», es la perfecta introducción para un rumbero que se goza la vida. Érase una vez»¦ Óscar, un taxista, buena gente, alegre, romántico y encantador, con una única debilidad: las mujeres y la rumba, razón principal por la que sus vecinos lo quieren bien lejos de su cuadra en el barrio y no saben que al protagonista de esta historia la vida le cambiará cuando acierte en el premio gordo de la lotería y la pregunta es ¿Qué tanto les cambiará la vida a sus vecinos? Desde siempre, Óscar ha suspirado por Jessica, «todo un bombón» que se le ha resistido y quien sólo acepta su ofrecimiento de llevarla en su taxi a la inmobiliaria en donde trabaja para sacarle algo de provecho a tanta coquetería. Ambiciosa y de armas tomar, Jessica sabe de sus encantos y le habla a Óscar de su sueño de vivir en un edificio al norte de la ciudad. Él, derretido ante su seducción le promete que el día que tenga dinero a ella no le faltará nada y vivirá como una princesa. Aunque la verdadera princesa de este cuento es Tatiana, una tierna, honesta y hermosa mujer quien trabaja en la inmobiliaria de su prometido Rodolfo y administra el «Fontainebleau», edificio en el que vive. Cierto día Tatiana recibe una llamada de su novio y creyendo que por fin sellarán el compromiso de su matrimonio, corre a verlo pero resulta que sólo recibe una propuesta para convertirse en socia de la inmobiliaria. Decepcionada y molesta regresa a casa y encuentra que su vecina, doña Rosita, ha muerto de repente. En ese momento Óscar es reservado para una carrera y debe llevar a Tatiana al funeral de su vecina. Al subir al taxi ella no puede evitar romper en llanto por la muerte de su amiga y más aún cuando ve el cementerio vacío. La escena la resulta tan conmovedora a Óscar que decide acompañarla en las obras fúnebres e invitarla a tomarse un trago para que se sienta un poco mejor. El problema es que Tatiana toma varios traguitos de más y es el mismo Óscar quien la regresará a casa, en sus brazos y borrachita, sin imaginar que Rodolfo la espera en la puerta de su apartamento y se encontrará con esta confusa escena. El particular suceso los convertirá en buenos amigos y aunque ambos lo nieguen surgirá una fuerte atracción entre los dos, que los pondrá en aprietos cuando Óscar aconsejado por su mamá de invertir el dinero que ha ganado en la lotería cambie de barrio y se vaya con su música a otra parte. Óscar comprará un apartamento en el «Fontainebleau» y sus nuevos vecinos querrán sacarle los ojos al bullicioso personaje que les cambiará la vida.