Claudette Colbert, cuando ganó el premio como Mejor Actriz por «Sucedió una noche» (1934). Iba rumbo a la estación de trenes y por la radio del taxi escuchó que había ganado y le ordenó al chofer enfilar hacia el Hotel Biltmore, donde se consumaba la ceremonia. El crítico Homero Alsina Thevenet, cuenta que ingresó en traje de calle a la ceremonia y fue sincera y breve: «Estoy tan feliz como para llorar, pero no tengo tiempo. Me espera un taxi afuera con el motor en marcha». Y se fue.
¿Se repetirá lo que le sucedió al músico Irving Berlin, que al abrir el sobre para elegir la Mejor Canción, la película era «Holiday Inn» (1942) y la canción ganadora «White Christmas», de… Irving Berlin?.
Y ¿lo de la actriz Greer Garson, que subió a recibir su Oscar de Mejor Actriz, por su papel en «Rosa de Abolengo» (1942), tomó el micrófono y lo soltó tras 5 minutos y medio?
En 1968 fueron cinco las nominadas para Mejor Actriz, pero ganaron dos: Bárbara Streisand por «Funny Girl» y Katharine Hepburn por «El león en invierno». No hay problemas, porque las estatuillas no sobran, pero cubren casos excepcionales, porque la experiencia enseña: en 1932 se produjo un empate entre Fredric March y Wallace Beery y esa vez tuvieron problemas, ahora ya no. Tampoco en 1949, 1986 y 1994, en las categorías de cortometrajes y documentales.