De niño siempre alguien te pregunta ¿qué quieres ser cuando seas grande? No puedo decir como muchos que desde pequeña sabía que mi pasión era actuar, en realidad mi respuesta a esta interrogante era que mi sueño era ser medico forense, un poco grotesco para la edad pero era algo que me llamaba infinitamente la atención.

En el transcurso de la vida, me di cuenta que de científica no tenía ni las intenciones, así que esa idea de la anotomía humana quedo atrás. Comienzo a replantearme qué quiero ser cuando crezca y por alguna extraña razón, se me ocurre decirle a mi mamá que quería hacer un curso de actuación. Mi madre me apoyó puesto que una hermana ya estaba en el medio, y me inscribió a mis diez años en Childrens Models, una escuela que tenía talleres tanto de actuación como de etiqueta y protocolo. Los sábados eran intocables no había nada que me hiciera más feliz que Jennifer nos enseñara con tanta pasión el arte de actuar. Llegó el día decisivo. 

Niños tiene que hacer una escena para el próximo sábado ya que vamos a ir a un programa de televisión y necesitamos saber quienes van a poder hacerlo. Al escuchar esto me aterre no sabía que hacer, toda la semana pensé que podía hacer para impresionarla. Así que me sinceré e hice un monólogo sobre la frustración de ser una niña que le gusta esta profesión pero que su cuerpo la limita para triunfar. Mi texto les gusto tanto que salí en el programa «Nuestras Mañanas» en el canal ocho. Luego de esta experiencia me di cuenta que ya tenía respuesta a esa interrogante, cuando sea grande quiero ser actriz. Pase un año asistiendo sin falta a mis clases hasta que llego la desidia adolescente y me retire.

Pasó mucho tiempo antes de volver a tomar el rumbo de mi sueño, me disperse académicamente de el pero calmaba esas ansías en expociciones dentro del colegio, en clases y en uno que otro trabajo dramático que nos mandaban a hacer. Un día de las vacaciones escolares me encontraba en mi cama viendo la tele cuando veo a un reconocido actor venezolano, Henry Galué, promocionando su curso de actuación en la Casa Rómulo Gallegos, aunque ese hombre me daba miedo porque todos los papeles que hacía era de malo surgieron otra vez las ganas, así que anote el teléfono, llame y me inscribí. Fue una experiencia gratificante porque por primera vez me tope con personas que tenían el mismo interés por esta carrera y con un profesor que me impulso a continuar.

En el 2004, ya había conseguido mi pasaporte a la Universidad, presente todas las pruebas aptitud académica, los resultados siempre daban igual artes escénicas, plásticas y psicología. Pero mi desición fue muy distinta a lo que las pruebas me aconsejaban y decidí estudiar Comunicación Social en la Universidad Santa María, luego buscaría el tiempo para desarrollarme como actriz. Un día me encuentro fuera de mi salón de clases y se me acerca una compañera, nunca había hablado con ella, me ofrece una entrevista con Ralph Kinnard ya que el necesitaba una persona que ella considerara que podría servir para ser su asistente de producción.

Les mentiría si les digo que no me asuste pero por un momento confíe y acepte. Así que en el 2005 comienzo a conocer las técnicas de Lee Strasberg y el método de Stanislavski, mi estadía en la Academia Kinnard duró un año. En el fui parte del staff de un grupo de improvisación y realice un cortometraje llamado «Can You See» dirigido por José Erre.

Al graduarme de la academia me di cuenta que era adicta a este trabajo, comencé a buscar que cursos me ofrecía la ciudad para seguir y es cuando me topo con Matilda Corral en el Banco del Libro, no termino la Universidad me estaba enrollando todo. Trate de quedarme tranquila y decidí hacer un curso de locución en la Escuela de Medios, pero unos meses más tarde en unas vacaciones de agosto de 2007, decido irme a Buenos Aires a adquirir conocimientos en el Estudio de Augusto Fernándes, ese mes y medio de mi vida fue inolvidable, porque comienzo a trabajar con gente que vive de lo que a mi me gustaría, conozco técnicas actorales nuevas y observo el nivel de profesionalismo que tenían personas que asistían.

Tenía todas las ganas de quedarme, me estaba yendo muy bien pero en Caracas estaba mi esposo y dos años para obtener mi titulo universitario. Así que regreso a mi ciudad un poco deprimida pero tenía que continuar. A la semana de mi llegada, decido ir con mi esposo al teatro y veo que están promocionando un Taller Juvenil de Formación Actoral con el grupo teatral Skena. Agarro el folleto y el martes estaba plantada en la puerta del Espacio Plural del Trasnocho con mi dinero en mano y una ilusión que se desbordaba, ya que siempre quise participar en las obras de ellos y no pude por no pertenecer al Colegio Champagnat.

El momento de recibir la factura fue como si Tim Burton me pidiera para participar en una de sus películas. Comencé mi curso, al principio me sentía fuera de lugar nunca había hecho teatro en mi vida y tenía un miedo garrafal a fallar en la presentación final. Ocho meses de arduo trabajo dieron como resultado la obra Mafiosical donde interprete a Greta la novia del jefe de la mafia.

Gracias a este taller que tenía como finalidad montar un musical, me di cuenta que tenía que hacer algo con mi voz, por esta razón decido tomar clases de canto con Josué Hernádez, no soy una cantante profesional pero he aprendido con estas clases a desarrollar mi oído rítmico y armónico, además de proyectar y respirar.

Después de terminar la obra recibí una llamada de la directora del grupo teatral Vita quien me ofreció participar en la lectura dramatizada de la obra Carpe Diem, original de Kiberly Figueroa, la cual acepte interpretando a Verónica en seis funciones en La Casa del Artista. Actualmente estoy cursando el décimo semestre de mi carrera, realizando un curso con Skena, recibiendo religiosamente los jueves mis clases de canto y contándoles un poco acerca de mi vida aunque les confieso algo: quede con ganas de echarles el cuento completo, pero ya es demasiado que actuemos.net, en especial mi querido amigo Juan, me hayan dado la oportunidad de narrar el camino que he recorrido para lograr que mi respuesta infantil a esa pregunta tan trascendental se haga realidad. Inmensamente agradecida: Stephanie Cardone Fulop Actriz y futura Comunicadora Social mención Audiovisual.