El reggaetón es un género resultado de muchas fusiones. Sus bases principales son el reggae panameño, cantado en español, con algo de plena, candombe y soca, más el reggae jamaiquino y el hit hop -rap norteamericano. Se trata de un género netamente urbano, de raíz afro, como demuestra su pujanza rítmica, pero con una tímbrica y un sonido sofisticado totalmente nacidos de la música tecno de Europa, en la que se inspiraron los negros de las ciudades norteamericanas del west y del East para crear el rap y el hit hop. O sea, que el uso de los loops, los samplers y las secuencias sustituyen la ejecución y el color de los instrumentos de percusión acústicos y llevan la base de su ritmo.
A propósito de un género (el video clip) que comenzó en la oposición cultural y ya hoy es «centro» en los rieles del mercado, ¿es posible hoy ser contestatario o alternativo por mucho tiempo? ¿Cómo desafiar la constante política de absorción del mercado y de la corriente principal? ¿O aprendio, en el camino, que romper las normas puede ser más fácil que llegar a dominarlas?
Todo discurso es una contestación, rara vez hablamos o enunciamos al aire. Siempre hay un blanco para mi disparo. Respondón, rebelde, antagónico pero también amable, complaciente, cínico, seductor o hierático, juego con el espectador, pero al borde de una seriedad inepta. Juego a la dialéctica de lo usual y lo inusual; como bien sabes, el mensaje es una mezcla alquímica, equilibrada y proporcionada, entre la novedad y la obviedad. Busco el lugar común que reclama la axiología del mercado -el marcado, diría yo- y me escurro, desobediente, por el filón que propone la axiología tradicional del arte, aquel que progresivamente va perdiendo la pureza que mantuvo hasta la posmodernidad.
El mercado ha colmado de bolsillos al hombre y necesitamos sustancias y contenidos con que llenarlos. Mi trabajo, si te fijas bien, busca, experimenta y se regodea en las coordenadas de lo exótico y lo reflexivo, lo sensual y lo filosófico, tiene el descaro de la corte y la elegancia del solar, transita la academia pero no da la espalda al saber empírico de la calle. Al final, lo que cuenta es el simphatos, el alud de sensaciones (aesthesis) que logras provocar en el que mira, el carnaval de lubricaciones que promueves en sus sentidos, las ideas que se articulan en su mente.
Alguna vez escuché que el video clip había sido y es, probablemente, el género cultural más revolucionario de los últimos cincuenta años. ¿Por qué?
El video clip ha significado un parte-aguas en la historia de la imagen en movimiento, con renovadoras consecuencias a nivel sociológico, semiológico, estético, y mercadotécnico. Esto que referimos es un territorio vasto, el cual trataré de sintetizar para el formato de tu entrevista, pero que exige de un espacio mayor.
Sobre el tema tengo desarrollado un libro que aparecerá próximamente, bajo el titulo: La fiesta del fragmento…
Intentaré sintetizar sus mayores aportaciones. Primero, el music video ha sido el responsable de que la humanidad adquiera una mayor rapidez y velocidad a la hora de procesar y consumir volúmenes de información visual. El clip ha entrenado al ojo en la captación de sutilezas perceptuales que antes pasaban desapercibidas; esto ha provocado una agilidad y una síntesis extrema. Ha desarrollado la concisión en los mensajes. Por tratarse de un género poético, ha establecido nuevas normas en la decodificación simbólica, y ha creado otra manera sintagmática de narración, tiene una nueva gramática, otra forma más caótica de hipertextualidad, combinando la no linealidad con la simultaneidad de discursos.
El video clip ha distendido y refrescado la concepción fotográfica, de iluminación, el montaje y la puesta en escena, desarrollando una dramaturgia del distanciamiento que salva al televidente de la identificación hipnótica con la anécdota. Ha incorporado, con resultados elocuentes, el universo de la animación 3D, con toda su nueva tecnología. Ha influenciado en el ritmo, en el tono y en la gramática a los noticieros, las series, el largo y el cortometraje, el documental, los espacios deportivos, y le ha quitado solemnidad a la televisión, con una gama amena y sugestiva de «atractores» sensoriales. etc.