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Farándula y famosos en América Latina

ENTREVISTAS

Ernesto Fundora

Realizador de Videos musicales, con su forma de pensar amplia, hace énfasis en la crítica, no tiene pelos en la lengua al decir lo que piensa, este cubano nos habla de la televisión la televisión de su país , sus desacuerdos con la Televisión mundial. A lo largo de sus más de 20 años de carrera profesional entre Cuba, México y Estados Unidos, Ernesto Fundora ha obtenido numerosos premios internacionales por la calidad de sus obras, incluyendo, nominaciones a los premios Grammy Latinos, Billboard

 
y MTV Latino con videoclips como «La Negra tiene Tumbao» de Celia Cruz, «Cuba Libre» de Willy Chirino, «Cómo olvidar» de Olga Tañón o «Sólo por hoy» del grupo de Rock mexicano Azul Violeta. No se pierdan esta interesante entrevista con este gran realizador.

Ya hoy las estrellas no se hacen en la confrontación de los espacios «reales» (teatros, coliseos, auditorios), sino que son fabricadas por los medios. Se da entonces el proceso inverso: las instituciones acogen aquello que los medios han legitimado o ensalzado.
¿Cómo valora usted la resonancia cultural de los medios, hoy día, para la música?

Objetivamente, te diré que el mundo de hoy es más diverso, ecléctico y abierto que cualquier era anterior. Existe un espacio para todos. Cada quien se identifica con el estándar cultural de su estatura y existen productos culturales para todos los gustos. Yo sigo escuchando música maravillosa y casi nunca enciendo la televisión. Prefiero poner mis DVD en casa o ir al cine y al teatro. Soy exigente con lo que veo y consumo, porque siempre la obra te irradia y te contagia, te vicia el espíritu con su resonancia.

En términos generales, la televisión se ha convertido en el basurero de la civilización actual, en la vidriera de los supermercados o en el altar de la gente sin educación ni cultura. Es un instrumento de dominación y de sometimiento que condiciona nuestros actos, gustos y preferencias. Convierte al sujeto en un ente miserable y estúpido, un zombi que deambula por el mundo sin libertad de elección, automatizado a partir de patrones fijos y regulares que lo convocan al consumo. Ya podemos hablar de gente mediatizada, de generaciones que sólo accedieron al mundo de la cultura artística a través de la televisión; públicos que conformaron sus patrones de gustos por las recetas televisivas y que nunca asisten a un museo, una galería, una biblioteca o a un teatro, y que pasan de la adolescencia sin haberse leído un libro. Se trata además de generaciones degeneradas por la inmediatez mediática, aquellos que se remiten a los buscadores Google o Wikipedia con pereza intelectual y que no quieren recordar ni la fecha de su nacimiento. No sólo cambiaron los medios de comunicación, sino que cambió la comunicación en si misma.

Los medios, además de producir guerras, además de sumirnos en una híper realidad a lo Truman Show, determinan la música que escuchamos? ¿Qué saldo trae este proceso para el aprendizaje cultural, en la actualidad?

retomando tu idea de la híper realidad creada por la TV, esa fue la antesala de la virtualidad como espacio posible, multidimensional, para la vida del hombre en la era de acuario. Algunos teóricos hablan de esas progresiones como encebollados; yo prefiero verlos como escalonamientos, ya que ocultan pero revelan a la vez, y propician una ascensión en todos los órdenes de existencia. Lo que no quiere decir que estos progresos nos hagan una especie más feliz ni armónica. Ahí reside la paradoja. Por eso hay que estar despierto ante la televisión, aunque muchos la utilizan ya como somnífero o paliativo ante la soledad cruel que generan las grandes ciudades. Yo he decidido estar alerta y me evito sus erosiones, como también tengo profilaxis con la computadora. Ambas van desgastando la comunicación interpersonal entre la gente. Puedo hacer un pronóstico: me arriesgo a decir que surgirá una neo lengua mediatizada por las máquinas, donde sólo los ilustres anticuarios recordarán los encantos de la oratoria y del uso elocuente y convencional de la palabra. Anoche pasé frente a una discoteca en México DF y me costó trabajo leer su nombre. En un cartel de neón diseñado con tipografías Cyber, apenas pude deletrear: KTDRAL. Me costó trabajo remitirme a los templos religiosos del catolicismo. La humanidad no siente arrepentimiento de su aceleración ni de su locura. Preparen sus motores y las vacunas. Son tiempos complejos.

Usted ha sido uno de los pocos especialistas a los que les he escuchado un discurso interesante sobre la competencia musical del reggaetón. ¿Pudiera abundar en esas consideraciones?

Si partimos de esta idea reciente de que el mercado es quien legitimiza el valor de las cosas, empezaríamos diciendo que el reggaetón es lo máximo: nunca se había logrado tanto ruido con tan poco. Dos son los caminos para este análisis, el musical y el sociológico. En cuanto al primero tengo mis reservas por tratarse de un género que no ha generado ninguna forma de virtuosismo. Con respecto al enfoque sociológico hay mucha tela por donde cortar ya que este sea quizás una de los primeras expresiones musicales nacida de la cultura mediática.

 
Ernesto Fundora
Imagenes detras de camaras de trabajos realizados por Ernesto Fundora
 
El reggaetón es un género resultado de muchas fusiones. Sus bases principales son el reggae panameño, cantado en español, con algo de plena, candombe y soca, más el reggae jamaiquino y el hit hop -rap norteamericano. Se trata de un género netamente urbano, de raíz afro, como demuestra su pujanza rítmica, pero con una tímbrica y un sonido sofisticado totalmente nacidos de la música tecno de Europa, en la que se inspiraron los negros de las ciudades norteamericanas del west y del East para crear el rap y el hit hop. O sea, que el uso de los loops, los samplers y las secuencias sustituyen la ejecución y el color de los instrumentos de percusión acústicos y llevan la base de su ritmo.

A propósito de un género (el video clip) que comenzó en la oposición cultural y ya hoy es «centro» en los rieles del mercado, ¿es posible hoy ser contestatario o alternativo por mucho tiempo? ¿Cómo desafiar la constante política de absorción del mercado y de la corriente principal? ¿O aprendio, en el camino, que romper las normas puede ser más fácil que llegar a dominarlas?

Todo discurso es una contestación, rara vez hablamos o enunciamos al aire. Siempre hay un blanco para mi disparo. Respondón, rebelde, antagónico pero también amable, complaciente, cínico, seductor o hierático, juego con el espectador, pero al borde de una seriedad inepta. Juego a la dialéctica de lo usual y lo inusual; como bien sabes, el mensaje es una mezcla alquímica, equilibrada y proporcionada, entre la novedad y la obviedad. Busco el lugar común que reclama la axiología del mercado -el marcado, diría yo- y me escurro, desobediente, por el filón que propone la axiología tradicional del arte, aquel que progresivamente va perdiendo la pureza que mantuvo hasta la posmodernidad.

El mercado ha colmado de bolsillos al hombre y necesitamos sustancias y contenidos con que llenarlos. Mi trabajo, si te fijas bien, busca, experimenta y se regodea en las coordenadas de lo exótico y lo reflexivo, lo sensual y lo filosófico, tiene el descaro de la corte y la elegancia del solar, transita la academia pero no da la espalda al saber empírico de la calle. Al final, lo que cuenta es el simphatos, el alud de sensaciones (aesthesis) que logras provocar en el que mira, el carnaval de lubricaciones que promueves en sus sentidos, las ideas que se articulan en su mente.

Alguna vez escuché que el video clip había sido y es, probablemente, el género cultural más revolucionario de los últimos cincuenta años. ¿Por qué?

El video clip ha significado un parte-aguas en la historia de la imagen en movimiento, con renovadoras consecuencias a nivel sociológico, semiológico, estético, y mercadotécnico. Esto que referimos es un territorio vasto, el cual trataré de sintetizar para el formato de tu entrevista, pero que exige de un espacio mayor.

Sobre el tema tengo desarrollado un libro que aparecerá próximamente, bajo el titulo: La fiesta del fragmento…

Intentaré sintetizar sus mayores aportaciones. Primero, el music video ha sido el responsable de que la humanidad adquiera una mayor rapidez y velocidad a la hora de procesar y consumir volúmenes de información visual. El clip ha entrenado al ojo en la captación de sutilezas perceptuales que antes pasaban desapercibidas; esto ha provocado una agilidad y una síntesis extrema. Ha desarrollado la concisión en los mensajes. Por tratarse de un género poético, ha establecido nuevas normas en la decodificación simbólica, y ha creado otra manera sintagmática de narración, tiene una nueva gramática, otra forma más caótica de hipertextualidad, combinando la no linealidad con la simultaneidad de discursos.

El video clip ha distendido y refrescado la concepción fotográfica, de iluminación, el montaje y la puesta en escena, desarrollando una dramaturgia del distanciamiento que salva al televidente de la identificación hipnótica con la anécdota. Ha incorporado, con resultados elocuentes, el universo de la animación 3D, con toda su nueva tecnología. Ha influenciado en el ritmo, en el tono y en la gramática a los noticieros, las series, el largo y el cortometraje, el documental, los espacios deportivos, y le ha quitado solemnidad a la televisión, con una gama amena y sugestiva de «atractores» sensoriales. etc.

 
Si pone los solares, los negritos en la calle, La Habana ronca, es usted un folclorista. Pero si maquilla sobremanera lo real, y hace videos clip en las mansiones de Miramar, «traiciona» su realidad y e aliena. ¿En arte, cabe esperar un punto medio? ¿Hay una sola Habana? ¿Todas Las Habanas, o las Cubas, imaginadas, no son legítimas?

Cuba puede y debe ser poetizada en todas las dimensiones posibles. Todas esas caras conforman el rostro del país. Lo que sucedió fue que, con los años, se hizo hincapié para que el pueblo sólo se identificara con algunas de ellas, y excluyera o se desencantara con otras. Ese fue uno de los talones de Aquiles de la revolución: no supo incorporar a la burguesía que había apoyado el proceso revolucionario y se radicalizó en pro de las masas. Y cito al filósofo Gustavo Pita: «Incluso admitiendo que la burguesía era en principio imposible de incorporar, lo que es imperdonable en todo caso es que se haya identificado la revolución social con la destrucción o desacreditación de los valores culturales creados por la clase derrotada. Aun asumiendo la lógica purista del poder, resulta un contrasentido».

Cuando tiene que visualizar para hacer un video clip de baladitas rosas, todas parecidas a todas, ¿no le da nostalgia de aquellos tiempos en que las canciones de Amaury Pérez, Santiago Feliú y Carlos Varela te hacían parir unos videos llenos de imágenes alucinantes?

Cambiaron mis alucinaciones. Ahora son otras y responden a las necesidades del mundo donde vivo. Sigo volando pero ya no olvido el paracaídas. Cuando se cumplen 41 años ya no se ve a la humanidad con la ingenuidad de antes. Surgen nuevas fascinaciones y nuevos compromisos con el sentido de las imágenes que construyes, del legado que dejas sobre la tierra. También se aceptan con placer los retos de las nuevas circunstancias. Me acomodo y extraigo de toda experiencia un provecho.

Le busco a las baladas rosas o cursi el mantra benefactor soterrado y a partir de éste, visualizo imágenes que sacudan al espectador. No creo que cualquier tiempo pasado haya sido mejor.

¿Qué valdría hacer con la Televisión cubana? A los artistas e intelectuales cubanos, a menudo, les resulta una televisión tan ajena que nuestro común Amaury, en el Congreso de la UNEAC, llegó a decir que parece pagada por el enemigo. ¿Cómo ve todo esto Ernesto Fundora?

Fíjate que cuando me acerqué a la TV cubana, siendo yo un artista independiente, conocí allí a gente muy capaz y preparada, pero como la estructura de poder es vertical resulta que, con mucha frecuencia, el que no sabe, dirige al que sabe y lo coacciona. Entonces no hay posible desarrollo allí donde un individuo no puede expresar ni explorar lo mejor de su inteligencia, ya que su modelo creativo entra en contradicción con la fórmula política del Estado.

Cuando Andy Warhol llegaba de visita a una ciudad desconocida, se encerraba en la habitación del hotel algunas horas, a mirar la televisión. Decía que para conocer el alma de un país había que conocer su TV. Si la sociedad cubana está reclamando cambios esenciales, ¿cómo no va a hacerlo la herramienta fundamental de su ideología: la TV?

Sucede que la percepción de los fenómenos va a la saga de los propios hechos y, lamentablemente, la TV cubana llegará rezagada al entendimiento de la complejidad histórica que está viviendo la nación.

Si la televisión tuviera una autonomía expositiva, si no fuera tan absoluta en lo partidista, si se le permitiera tener un carácter reflexivo a modo de vidriera para exhibir una visión plural de la vida y de la sociedad cubanas, mostraría caminos «“ senderos que se bifurcan- para reorientar la brújula extraviada del país. Falta en esa televisión libertad en el ejercicio del criterio, porque esa televisión ha sido sobre ideologizada y se ha abusado de ella como una tribuna de ideas políticas y se le ha despojado de sus otras múltiples funciones. Cuba necesita, impostergablemente, homologarse con los nuevos órdenes económicos globales. Ese es un reclamo de la sociedad civil y de las nuevas generaciones que ya debe comprender el Estado. La nación se ha atrasado por falta de acceso a la información, por falta de buen gusto y perspectiva modernizadora. En cualquier país civilizado, usted debe tener la opción de comunicarse con la network -red de redes-, cambiar de canal si no le agrada lo que está viendo y tener múltiples alternativas.

Entonces, creo que lejos de irme por las ramas y criticar duramente a los creadores de la televisión cubana, hay que ser responsables, honestos y reconocer que se trata de un callejón sin salida producto de una patología social.