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EDITORIAL

Circus, disfrute sin sometimiento

Base blanca, ojos saltones, maquillaje en tonalidades llamativas, pelota roja, boca más expresiva…

Circus,  disfrute sin sometimiento

Base blanca, ojos saltones, maquillaje en tonalidades llamativas, pelota roja, boca más expresiva de lo normal, peluca extravagante y zapatos gigantes. Sí, ese es aquel personaje que grita con voz chillona y a todo pulmón, ¡señores y señoras! Niños y niñas! Bienvenidos al Circo.

Ha sido desde sus inicios una forma clásica de diversión, un espectáculo artístico. Esta palabra de 5 letras llamativas procede del latín circus que daría significación a círculo y designa aquella gran carpa generalmente móvil donde se presenta el espectáculo circense y su número de funciones.

Recordando un poco la historia de tal espectáculo, retomamos que en Grecia los gladiadores eran los encargados de dar tal entretenimiento al público, en sus carrozas y caballos sobresaltaban la particular forma de demostrar su grandeza y fuerza, ante el pueblo maravillado y bajo la complacencia del Estado.

Pero es en la gran Roma donde se adopta el seudónimo de circo. Un recinto al aire libre rodeado por graderías destinado a carreras, espectáculos y representaciones que recapitulaban los acontecimientos del Imperio y aquel espectáculo era el mejor medio para comunicarle al pueblo.

Duelos entre el hombre y el animal, era la prioridad de tal distracción donde se luchaba por la vida de estos mismo y donde el «arte» de domar a las bestias como leones, daban el halago de ser héroes a estos personajes; oponiendo la fuerza bruta de la bestia y la astucia del hombre.

Predominaban también en aquellos recintos públicos competencias o demostraciones «sobrehumanas», apariciones de fenómenos quienes se convertían en el verdadero negocio. La mujer barbuda, el hombre más alto o pequeño del mundo, el hombre lobo y seres con alguna deformidad física eran una hazaña la cual servia perfectamente para entretener al público.

Más adelante el circo va evolucionando, luego de la decadencia de estas civilizaciones antiguas, los espectáculos pierden su interés en la población. Es gracias al Renacimiento que se promueve la rehabilitación cultural, retomando algunos de los elementos de la cultura clásica y evidencia ese progreso del humanismo. Los artistas retoman su aparición en plazas y en calles de muchos países europeos.
Juglares, magos y acróbatas personas habilidosas y sorprendentes en sus actos fueron los precursores de los artistas de circo actuales. El circo contemporáneo se caracteriza entonces por mezclas de prácticas en sus números de presentaciones tales como la música, la pantomima y la acrobacia.

Si bien el circo es ese modelo artístico al servicio de la expresión y el entretenimiento.

En la actualidad se valen de números con animales, sometimiento a la bestia para logar números más sorprendentes y llamativos en el público. Es este uno de los actos mas antiguos en el mundo del circo pero en la ora perspectiva la verdad es que se convierten en escuelas de maltrato animal y suscitan en sus seguidores ese sentimiento insensible hacia el sometimiento de un ser vivo.

Una o dos horas de show a costa del sufrimiento animal, alimentando la discriminación basada en la diferencia de especie animal, esa consideración de los animales como meras propiedades del hombre, dándole ese «derecho» de disponer de estos a su antojo, tanto así que son encerrados y raptados de su hábitat natural, torturándoles para provocar reacciones nada originarios en sus prácticas, todo para satisfacer esa curiosidad y ese morbo de ver al humano con su inteligencia y astucia de poder domar a la bestia.

Colores vivos, color de alegría, color de expresión, color de entretenimiento, ¿Es eso el circo?, aparentemente sí, pues nadie va a arrebatarle al circo la representación cultural importante que tiene en la sociedad, todas estas expresiones corporales que dan al hombre ese carácter noble de hacer arte con su cuerpo, de alegrar los rostros de los niños y adultos que van esperanzados a las funciones de salir de su fría cotidianidad, pero también es cierto que no se debe someter y maltratar a una especie viva para el disfrute de unos cuantos ojos humanos.