Su infancia estuvo llena de lágrimas y tropiezos, puesto que era un niño débil, perseguido y atacado por los malos del barrio: los temibles hermanos Orjuela (Felipe Calero y Bastian Madiedo) Pero no todo era sufrimiento. Valentino siempre tuvo junto a él a una persona que se encargó de hacerle la vida más llevadera: su mejor amiga, defensora y confidente: Margarita «la gordita» García (Liliana González) . Un día, enternecida por el relato de una pesadilla en la que Valentino se imaginaba a temibles argentinos que lo atacaban, Teresa (Lully Bossa) su madre, decidió confesarle algo que cambiaría para siempre su vida: él no tenía que temerles porque era uno de ellos.
Su padre era nada menos que un gran argentino, el mismísimo dueño de «La Pampa». Y es así como Valentino descubre al argentino que tiene adentro. Con la aparición de su alter ego, «El argentino», Valentino encontró la seguridad que nunca había tenido y aprendió a amar a todas las mujeres que se le acercaban, excepto a Margarita, quien después de muchos años de amistad incondicional, descubre una terrible verdad: está profundamente enamorada de su mejor amigo y si quiere conservarlo, deberá mantenerlo en secreto.
«El Argentino» no para de meter en problemas a Valentino, quien siguiendo sus consejos decide acostarse con Beatriz (Patricia Ércole), la mamá de sus archienemigos, los Orjuela, quienes viven armados porque son escoltas. Valentino es perseguido y amenazado de muerte por los hermanos y se ve obligado a huir del país. Con la ayuda de Margarita y acompañado por su madre, se irá finalmente a buscar a su padre a su soñada patria: Argentina. Por cosas del destino, Margarita llegará a vivir a Buenos Aires. «El Argentino», que para ese momento ya domina completamente la vida de Valentino, verá en Margarita una eterna rival, ya que es la única mujer que Valentino ve con buenos ojos, frente a quien se siente vulnerable, agradecido, modesto y solidario.
Personajes:
Julián Román es Valentino, El Argentino NACIONALIDAD: Colombo-argentina. PROFESIÓN: Peluquero (y entrenador de fútbol aficionado). Si Casanova, Don Juan Tenorio, Rodolfo Valentino, Alain Delon, y el mismísimo Play Boy conocieran a Valentino, se quitarían el sombrero (en caso de que lo usaran) así como las mujeres se quitan la camiseta ante su divina presencia. Y la razón es muy simple: Valentino es el eslabón más evolucionado de la estirpe de los Donjuanes. Alguien irresistible, capaz de seducir por igual mujeres y hombres, una especie de Ferrari popular modelo 2007 de los Casanovas. ¿Pero dónde aprendió su arte? ¿Es este algo congénito o producto de una refinada educación sentimental? ¿Por qué es sudamericano pudiendo ser francés? Y sobretodo ¿Cómo hace lo que hace? ¿Cuál es el secreto de este «Gran hombre»? Valentino (Julián Román) nació hace 28 años en Bogotá, capital de Colombia, por un capricho del destino. La verdad, si su madre (una colombiana con el don de la pasión) no se hubiese portado tan mal o tan bien, durante su estadía en Argentina, el joven habría nacido en Buenos Aires. Lo más paradójico de todo es que de niño, Valentino era sobretodo un gran cobarde. Esto se debía en parte a la ausencia de una figura paterna que lo hacía sentir inseguro en sus relaciones con otros niños que sí tenían papá, pero también a su aspecto enclenque, frágil y asustadizo. Valentino sentía miedo hasta de su propia sombra y como el miedo se huele, los niños de su barrio lo convirtieron rápidamente en su víctima, y en el mejor «saco de arena» para practicar boxeo. Sólo una persona parecía notar en él algo especial y lo trataba con cariño. Su nombre, Margarita (Liliana González), una dulce niña llena de seguridad a pesar de su gordura. |
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Segundo Cernadas es El Alterego de Valentino
La infancia de Valentino transcurrió así, en medio de largas jornadas de «entrenamientos boxísticos» a los que lo sometían todos los niños del barrio, especialmente la pandilla conformada por los hermanitos Orjuela. Teresa (Lully Bossa), al ver a su hijo tan frágil y cobarde, decide develarle la verdad de su origen. Una verdad que transformó su vida para siempre. Le dijo que él era del linaje de los grandes, pues su padre era un argentino, rico y ganador, dueño de La Pampa. Desde ese momento, y de repente, apareció a su lado alguien que lo acompañaría siempre, el otro Valentino, «El argentino» (Segundo Cernadas). Un alter ego orgulloso y triunfador que estaba encerrado en él y que surgió con la revelación de su madre. Con el ímpetu de «El argentino», Valentino «El colombiano» se convirtió en alguien tocado por la mano de Dios. En otras palabras, se volvió valiente, entrador, seguro, elocuente, gracioso y por encima de cualquier cosa, aprovechó algo que ignoraba pero estaba en él: su gran conocimiento de las mujeres. Conocimiento adquirido a lo largo de 15 años de supervivencia al lado de féminas, y de tres quinquenios de continuas y exclusivas charlas con su madre y Margarita. Habilidad que le hace intuir lo que las mujeres quieren oír y al mismo tiempo le permite entender lo que las hace sufrir. En esto consiste su secreto, Valentino es de los que les dice a las personas lo que quieren oír y jamás hace nada (voluntariamente) que las haga sufrir. Por eso Valentino no tiene memoria. Sus conquistas, terminan conociéndose porque son las mismas mujeres quienes se delatan, pues él nunca habla de ello. Valentino no es muy hábil para el estudio, situación que compensa con una gran astucia, habilidad retórica y manual, que lo hace desempeñarse excepcionalmente como peluquero. Apenas si terminó bachillerato, hazaña que logró seduciendo a su maestra. Lo único que ha leído en su vida son las revistas que su madre se trajo de Argentina, por lo que su imagen del país sureño se quedó anclada en 1970. Su formación cultural se completa con la música y el fútbol argentino, de antes de los 70s. |
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Liliana González es Margarita la Gordita NACIONALIDAD: Colombiana PROFESIÓN: Especialista en Comercio Exterior. Cuando Margarita nació fue todo un acontecimiento en su familia: era una nena hermosa, rosadita y redondita. Margarita desde siempre se mostró alegre, independiente y autosuficiente. Cuando aún no alcanzaba a dar sus primeros pasos ya era capaz de llevarse sola la cuchara a la boca, así que si de algo nunca se quejaron sus padres, fue de su falta de apetito. Margarita entonces creció siendo una niña rozagante, saludable»¦ y «gordita». Además de su temple de carácter y de su seguridad, siempre tuvo la ventaja de ser más grande y acuerpada que los demás niños de su edad, y esto despertaba la admiración y el respeto de todos. En el barrio se hizo famosa y fue conocida como «La gordita García» y ella disfrutaba de su popularidad. No entendía entonces que sus kilitos de más algún día serían el motivo de sus desgracias. Para ella el mundo bastaba si su mejor amigo, Valentino (Julián Román), estaba presente. Con él compartía no sólo aventuras y desgracias, sino un tremendo gusto por el fútbol, que en parte había heredado de su padre, famoso comentarista deportivo. Margarita siempre fue la mejor estudiante, pero con el paso de los años, la admiración que despertaba se fue convirtiendo en burlas pues su gordura ya no era tan bien vista. Sin embargo a Margarita eso nunca le importó, y estaba segura de que tampoco le importaba al único hombre que le interesaba: Valentino, su amigo del alma. Si de algo sirvieron las burlas y la discriminación fue para afianzar más la personalidad de Margarita, que se convirtió en el ángel «gordito» de la guarda de los más débiles, especialmente de Valentino. Cada vez que él estaba en problemas, Margarita aparecía como por arte de magia. Su sola presencia, antecedida de una sombra inmensa, atemorizaba a los niños que de inmediato huían, aunque una vez en la distancia y ya a salvo de ella, no dejaban de advertirle a Valentino que algún día no iba a estar «la gorda García» para defenderlo. Pero equivocaban, porque Margarita siempre estaría presente en la vida de Valentino, convencida e ilusionada de que tal vez algún día, él entendería que ella podía ser algo más que su mejor amigo, perdón, amiga. A los quince años Margarita perdió a sus padres en un accidente de tránsito, y Claudia (Ana Lucía Domínguez), su hermana mayor, tuvo que asumir la tutela de la familia. Desde ese entonces Margarita se hizo aún más responsable y se dedicó por entero a cuidar a Robinson (Santiago Díaz), su hermano menor. Aunque la joven tuvo que empezar a trabajar desde muy temprana edad, no sólo terminó el bachillerato sino que se costeó la Universidad y se convirtió en el sustento de su familia, pues Claudia nunca fue capaz de sortear semejante responsabilidad. Margarita ahora tiene 28 años y toda su vida ha estado enamorada de Valentino, pero nunca se ha atrevido a confesarle sus sentimientos. Ella siempre ha seguido a su lado como la amiga fiel e incondicional, y no le pide nada a cambio. Está convencida de que algún día (no lejano), él va a entender que ella es la mujer de su vida. Lo que no se imagina es que repentinamente Valentino tendrá que irse del país y ella luego lo dejará todo por él. Estando en Argentina, Margarita descubrirá una dolorosa verdad que le romperá el corazón en mil pedazos. |
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Gisela Van Lake es Fernanda NACIONALIDAD: Argentina PROFESIÓN: Modelo y profesora de pasarela en el Centro de Estética. Fernanda es bellísima. Flaca, rubia y con un cuerpo exuberante. Aunque su familia no tenía el dinero suficiente, fue enviada al mismo colegio privado de elite de Teté, su madre. Creció bajo la mirada obsesiva de ella, quien se encargó de adiestrarla para que aprendiera a sacar provecho de cualquier situación que se le presentara. Si bien comparte con su madre el desprecio por la gente de un nivel social aparentemente inferior, no es algo que la obsesione como a Teté. Fernanda es una mujer arrogante, superficial y vanidosa, pero no tan inteligente, calculadora y de carácter como su madre. Pero llegado el caso puede ser muy agresiva, especialmente con alguna otra mujer que se le interponga en su camino. Le gusta dominar. Nunca deja de estar vestida de forma provocativa, porque piensa que siempre tiene que estar lista para seducir. Depende económicamente de su madre y hace todo lo que ella le dice sin cuestionarlo, claro que esto cambiará cuando conozca a Valentino y se obsesione con él. La jovencita es la amante secreta de Omar, a quien desprecia, pero necesita para llevar adelante su proyecto de vida. El desprecio de Fernanda hacia Omar no se debe al origen de clase media y de barrio de su familia, sino por no poseer el modelo de masculinidad de sus sueños. Esa es precisamente su profunda e incontrolada debilidad: los hombres bien masculinos. Es por eso que perfectamente se puede enamorar de Valentino. El entorno social de Fernanda es el superficial mundo de la moda, los institutos de belleza y la estética. Es una obsesiva en el cuidado de su cuerpo. Hace todo tipo de dietas y ejercicios para estar cada día más atractiva. Desde su adolescencia ha sido modelo y su único problema ahora, es que con sus 28 años, está empezando a sentirse «muy vieja» y ya no la llaman tanto para hacer portadas de revistas. |
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Ana Lucía Domínguez es Claudia NACIONALIDAD: Colombiana PROFESIÓN: Parásita Si Margarita (Liliana González) y Claudia (Ana Lucía Domínguez) fuesen palabras, Claudia sería el antónimo de Margarita. Esto significa que es flaca, dura y mala. Claro, que en honor a la verdad, también es injustamente bella. La jovencita tiene tres años más que Margarita y su papá la malcrió diciéndole todos los días que era muy bonita; y ella se lo creyó. Como también se creyó que la belleza era el pasaporte para la vagancia, para no hacer nada en la vida y el derecho a aprovecharse de todos y vivir a costa de los demás. Como sus padres murieron, Claudia se recuesta en los abnegados y trabajadores, Margarita y Robinson. Ellos son quienes la sostienen a cambio de que ella les amargue la vida. Esto sobretodo se manifiestará después del viaje de los dos hermanos a Buenos Aires, un momento que la escultural mujer aprovecha para pedirles considerables sumas de dinero que posteriormente ella derrochará en Bogotá. Sin embargo, esa no es la peor Claudia. La peor Claudia, es la que aparece cuando Margarita tiene éxito en Argentina. Esa es la Claudia envidiosa que se encarga de restregarle su gordura y ve segundas intenciones en cualquier satisfacción que su hermana encuentre. |
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Lully Bossa es Teresa NACIONALIDAD: Colombiana PROFESIÓN: Ninguna conocida, aunque ha hecho de todo. «Especialista» en apuestas. A Teresa (Lully Bossa), bien podríamos llamarla Valentina. Es una rompecorazones de 50 años muy bien vividos y poco evidentes, es decir, más que mamá es una «mamacita». Sin embargo no es una bandida ni una vagabunda. Ella tiene estilo y su principal preocupación en la vida es su hijo. Antes del nacimiento de Valentino, Teresa (que había visto la luz en Cali y se había vuelto hippie liberada en Bogotá), tuvo la oportunidad de vivir en Argentina, donde trabajó como empleada de la Embajada de Colombia, secretaria de la Curia, vendedora puerta a puerta, bailarina de cumbia y masajista deportiva, de donde derivó la enorme sapiencia futbolística que le transmitió a su vástago. En cada trabajo, la Tere dejaba un amor. El problema es que mientras a ella la querían todos eternamente, ella tenía la chispa rápida y necesitaba volar dejando una estela de llanto tras sus pasos. Cuando por fin se enamoró, el individuo no resulto siendo lo que ella pensaba. Cosa que a pesar de su liberalidad, no cuadraba con el modelo de vida que se había formado. Por eso, al tiempo que sostenía un romance con este hombre, se permitía encuentros furtivos y secretos con el vecino verdulero, de los cuales obviamente el primero nunca se enteró. Pero lo cierto es que finalmente Teresa los dejó a los dos y huyó a Colombia. Su huida se debió a que tenía deudas pendientes con varias personas, entre ellas una llamada «Justicia». Y es que Teresa, como buena colombiana, era una mujer muy recursiva. Ella, antes de que naciera Valentino, es más, mucho antes de que estuviera en sus planes tener un hijo, se ideó o por lo menos fue una de las precursoras de un juego inocente e ingenioso llamado «La Pirámide», que terminó convirtiéndose en una estafa. Sin pensarlo dos veces y en el fondo más llevada por las circunstancias, con varios meses de embarazo se «voló» con el dinero, y feliz o infelizmente logró eludir la ley y volarse de Argentina. En Bogotá, Teresa tuvo que sobrevivir con su habilidad y trabajando como secretaria bilingüe, a pesar de no saber sino español, pero para la astuta mujer eso no era un problema. A Teresa lo único que le preocupa es su hijo, al principio porque lo veía débil y después porque se echaba la culpa de haber creado ese monstruo devorador de mujeres (aunque en el fondo prefiera esta nueva versión de él y de alguna manera se sienta orgullosa de su herencia). Sin embargo esto la llena de temor, porque sabe que en Colombia la mayoría de los donjuanes terminan con una pijama de tablas. Por eso cuando se ven obligados a regresar a Buenos Aires, puede respirar tranquila y vuelve a las andanzas. |
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Santiago Diaz es Robinson NACIONALIDAD: Colombiana PROFESIÓN: Estudiante de bachillerato y futura estrella del fútbol. Robinson es el chico bueno. El ser humano que en verdad hace todo bien: es buen hermano, buen amigo, buen novio y, sobretodo, fenomenal futbolista. De resto es un colombiano clase media de 16 años normal, es decir, va al colegio y se enrumba de vez en cuando, pero con moderación porque es deportista. Su sueño es lograr jugar profesionalmente en Europa y tiene todo para alcanzarlo, pero caerá en manos de malos representantes que pondrán en entredicho su destino. En efecto, Valentino, que ha reemplazado la figura de su padre desde que éste murió, será el encargado de protegerlo de quienes quieren aprovecharse de su talento e ingenuidad. Por otro lado, Robinson depende aún de sus hermanas ya que sus padres murieron en un accidente. Ellas tienen la patria potestad sobre él, cosa que no le causa ningún problema hasta que aparece Chanfarella (un representante de fútbol, cazatalentos y explotador) con ganas de llevárselo a jugar a la Argentina y Margarita se niega. Sin embargo, cuando todo se confabula para que él termine en Bueno Aires con Valentino, él entiende las razones de su hermana «La gordita». En Argentina, Robinson será un buen apoyo para Valentino y sufrirá los naturales desplantes que se le hacen a los extranjeros en todas partes. Pero también conocerá la fama y la gloria del mundo futbolístico, pues a pesar de los difíciles comienzos de su carrera, no sólo logrará merecidos ascensos en las divisiones de la liga, sino que las adolescentes argentinas comenzarán a admirarlo y a suspirar por él, y rápidamente se creará una histeria colectiva en torno a la futura estrella. Por supuesto, en estos momentos, Valentino será su guía y su maestro. |
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Adriana Salguiero es Teté NACIONALIDAD: Argentina. PROFESIÓN: Empresaria. Profesora de etiqueta y glamour en su Centro de Estética. Teté nació en el seno de una familia aristócrata venida a menos, los Alzaga Santamarina. Sus padres eran mayores cuando la tuvieron, casi por accidente. Si bien ambos tenían apellidos de buena estirpe y un pasado de gloria, al tiempo de nacer Tete, no tenían demasiado dinero. A pesar de ello, mandaron a Teté a estudiar a uno de los colegios para niñas más exclusivo de Buenos Aires. Allí aprendió idiomas, pero el que mejor maneja es el francés, ya que sus padres y su entorno lo consideraban el idioma de la cultura. El inglés en cambio, siempre lo pensaron como un idioma apto para los negocios. Una vez que terminó la escuela secundaria, decidió no estudiar más. Hoy es una mujer cultamente informada, esto significa, alguien de mundo pero con una cultura superficial. Al estar relacionada con las mejores y más ricas familias de la sociedad porteña, pudo tejer muchas relaciones que luego utilizó en su provecho personal. Pero este contacto con tantas familias y niñas ricas, le generó también, dada su falta de fortuna, una gran envidia y ambición. Siempre se avergonzó de sus padres, quienes aunque la quisieron mucho y trataron de transmitirle el amor por aquel pasado familiar glorioso, por su avanzada edad no pudieron acompañarla en su crecimiento. Teté siempre supo que una vía de escape de la pobreza era el matrimonio. Uno bueno, por supuesto. Es por eso que a los veinte años quedó conscientemente embarazada de un joven rico, apuesto y emprendedor llamado Gonzalo Montpellat con quien «la obligaron» a casarse. Tuvo la mala suerte de ignorar ciertos vicios de su joven marido: era un empedernido jugador. Tanto le gustaba el juego, que antes de que pusiera en riesgo la fortuna familiar, fue desheredado antes del embarazo de Teté. Si bien les aseguraron una renta de por vida a la joven pareja, ésta resultaba insuficiente para el estilo de vida que la mujer ambicionaba. Una vez que nació Fernanda, su hija, Teté logró el divorcio consiguiendo sacarles algo de dinero a la familia de su arruinado marido. Con ese dinero comenzó a hacer sus propios negocios para escalar rápidamente a la cima, pero nunca lo logró. Esta vida y ambición la llevaron a convertirse en una mujer soberbia, inescrupulosa e insensible. Su relación con Fernanda es de absoluta complicidad entre madre e hija. Se podría decir que trabajan casi como un equipo. Siempre está impecablemente vestida y ejerce sobre los hombres una fuerte atracción. Pero también cierto rechazo por su actitud claramente clasista. La obsesión más grande de esta mujer y que le perturba la vida, es querer lo imposible: detener el tiempo. Para esto se ha sometido a varias cirugías plásticas, que si bien le han servido, están a punto de desfigurarla. Pero se ha vuelto adicta a las cirugías y parece no darse cuenta de ello. |