Llegué a Bogotá a jugar ser mayor de edad cuando cumplí mis dieciocho años, ya «mayor de edad» pero con los mismos miedos casi de una chiquilla de diez, no sabía lo que me esperaba, solo sabía que quería vivirlo y arriesgarme a estudiar fuera de casa. Mi padre para estar más tranquilo me instaló y dejó bajo el cuidado de los padres de unos amigos suyos, unos abuelos encantadores que me dieron las bases para aprender a moverme en la capital, una ciudad que me recibió con los brazos abiertos pero que a la vez me tragaba entera.
Entré a estudiar Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de la Sabana, fueron cinco años que me sirvieron para madurar, aprender a resistir y asegurarme que había tomado el camino indicado, que había ganado conocimiento y amistades que ahora puedo decir con el corazón hinchado se forjarían para toda la vida.
Cuando estaba escogiendo tema para mi tesis y a punto de terminar materias en la Universidad, tuve la oportunidad de conocer a Fernando Gaitán en «El Sitio», un bar muy famoso que abría sus puertas en el parque de la 93 donde él era socio, y el cual me abría a mí las posibilidades de entrar a trabajar allí como mesera, ya que hacía un tiempo había tomado la decisión de tener mi propio dinero.
En «El sitio» tras largas noches de trabajar en el VIP de la mano de Fer y de estar también adelantando mi tesis sobre el análisis del éxito de Betty la Fea en el mundo entero en cuanto a libretos, fue cuando se me empezó a abrir el horizonte, el tema de mi tesis me llevó a ponerle un polo a tierra a lo que realmente era el mundo mágico de la televisión, a comprender cómo se hacían aquellas historias que nos invitaban todas las noches a reír y a soñar; entrar al canal y correr con la suerte de entrevistar a Mario Rivero, Director de Betty la Fea, a Jimmy Valencia, Director de la campaña de expectativa, Elsita Cortés, Asistente de Libretos, directores de vestuario, de arte, en fin, los magos detrás de cámaras, era para mí en ese momento cumplir con el requisito de poder graduarme por fin, pero desconociendo que era el inicio de mi carrera.
Para ese entonces la Universidad ya había adelantado contactos para que yo realizara mi práctica profesional en una empresa aplicando a Comunicación Organizacional, cosa para la que yo sabía no era muy buena. La verdad era que me sentía con un mar de conocimientos pero con un centímetro de profundidad, me aterrorizaba la idea de no saber para qué era realmente buena a esas alturas del paseo.
Cuando me enteré que ya casi me tocaba presentarme en esa dichosa empresa, tomé la decisión de dejar la pena y pedirle a Gaitán me recomendara en el canal para realizar mis practicas, y gracias a Dios así fue, guiada por Elsa Cortés, su asistente, tuve la gran oportunidad de conocer todas las áreas para las cuales yo podría aplicar, y después de un largo recorrido quedé peor de confundida, ¿Qué escoger? Yo sabía que el área que yo escogiera me iba a definir como profesional, ante mi cara de tragedia que debí poner cuando Elsita me preguntó qué quería?, ella misma me respondió: Piénsatelo con la almohada y mañana me cuentas…
En mi cabeza retumbó toda la noche «Un Angel llamado Azul», una novela infantil que arrancaba con sus dos libretistas, Eloisa Infante y Miguel Angel Baquero, necesitando una asistente de libretos para complementar su equipo en su primer proyecto. Wao!! pensaba yo y me visualizaba en ello, pero al instante me llenaba de angustia pensando en que nunca había hecho un solo diálogo en toda mi carrera y menos de novelas!!!, pero bueno, qué más da!!, lo importante es arriesgarse y aprender, pensé, quería que amaneciera ya para contarle a Elsita mi decisión, hasta que por fin salió el sol y con él también salieron mis ganas de aprender a hacer libretos de telenovelas.
El primer encuentro con ellos fue más que emocionante, me dolía el estómago ya que era prácticamente mi primera entrevista de trabajo. Yo iba tal y como era, lo que sabía y lo que dudaba que sabía y lo que esperaba de aquella practica, nada más, ellos ya se encargarían de ver en mí si les servía o no, ni yo misma sabía qué necesitaban como para hacerlo notar, pero después de nuestro encuentro y de mostrarles mi alma joven, inquieta y noble, supe que lo único que necesitaban de mí era ver las ganas de aprender, y así fue como entré a formar parte de ellos.
Dos personas maravillosas que durante cinco meses me enseñaron lo malo y lo bueno del oficio de escribir, cinco meses en los que aprendí a leer imaginando espacios, situaciones y personajes que no existen, a investigar temas reales para crear unos de mentiras, a conocer la mecánica de los personajes y sus motivaciones dentro de la historia, a conocer la diferencia entre una escaleta y la biblia, a matar la goma de querer estar viendo los actores, a cumplir con las obligaciones como una profesional, a aprender a recibir los jalones de oreja cuando los jefes tienen la razón y a llorar de felicidad cuando me llamaron a decirme que me quedaba con ellos contratada por el canal.
Ya han pasado 9 años después de aquello, lo recuerdo todo como si fuera ayer, se me llenan los ojos de lágrimas (Acepto que soy la más sentimental y llorona) y se me atora la garganta de la emoción al escribir éstas pequeñas líneas con esta historia, mi historia, sin importancia para los que no me conocen y motivo de orgullo para los que han estado conmigo desde mis primeros pinos y los que me quieren. Ahora puedo decir que Micky, Elo y «La Vecino» como me llaman mis amigos, somos un equipo compacto, íntegro, una familia, amamos lo que hacemos y funcionamos perfectamente desde donde quiera que estemos, nuestra mecánica de trabajo es organizada, nos beneficia y nos hace diferentes, con cuatro hijos salidos de nuestras entrañas: «Un Angel llamado Azul», «Merlina, Mujer Divina», «El Clan de las Engañadas» y «Chepe Fortuna».
Han sido muchos años de aprendizaje, de jaladas de oreja, de trasnochos, de dedicación, de lágrimas de felicidad y de impotencia, de satisfacción por el trabajo realizado, de oportunidades, de crecimiento, todo me ha servido para aprender sobre el oficio y para entender que para saber escribir y hacerlo realmente bien, aparte de las ganas, solo se logra escribiendo y equivocándose, para aprender a escribir solo hay que escribir y escribir y escribir, eso era lo que me decía todo el tiempo Micky y hasta ahora lo entiendo, ahora que ya soy Dialoguista, con Chepe lo aprendí.
Hay que saber mirar alrededor para darse cuenta que la vida misma es una novela, está llena de personajes que nos alimentan la creatividad y nos hace crear historias que nos identifican y nos invitan a entrar en ellas.
Nunca supe cuándo estaba preparada para escribir pero gracias a mis jefes y a la experiencia que uno va a adquiriendo con los años en éste trabajo, se va descubriendo lentamente que ya va siendo hora, te nace la necesidad de hacerlo, y así me sucedió a mí, así empecé a escribir, después que haber trabajado tantos años investigando y asistiendo en los libretos en éste momento puedo decir que ya estoy preparada para convertirme en libretista.
Para ello también viajo un año a hacer un Diplomado de Guión de Cine y TV, a Madrid, a la Factoría del Guión, así se llama la escuela donde voy a estudiar, una de las mejores escuelas de guion en Europa, espero aprender mucho para traer a mi país nuevas propuestas de historias que nos enseñen y nos sigan divirtiendo.
En «Chepe Fortuna» empecé mi proceso, no fue fácil con tantos personajes, pero después de sentir que los conocía tan bien y cada uno me hablaba al oído cuando los escribía, las manos no te alcanzan para poder plasmar en el computador todo lo que se te viene a la cabeza, pero se logró, lo logré, y ahora me siento feliz, porque sé que Chepe va a devolvernos esas ganas de reírnos de nosotros mismos, de vernos identificados en personajes folclóricos, un macondo que solo se vive en nuestro país, en la costa colombiana y cambiar esos temas que nos venían azotando las novelas, y que la gente pedía a gritos un cambio.
«Chepe Fortuna» los invita a llorar de risa, a enamorarse de una sirena encantada y a dejarse pescar por nuestro pescador de sueños, que como Chepe dice: «Soñar no cuesta nada, es gratis»!!!…
Y sí que se puede soñar, si no cierren los ojos e inténtenlo, solo hay que estar vivo para lograrlo!
LA VECINO.
Correccion de Texto: Elizabeth Santander
Fotografias: Book Personal Sandra Vecino